sábado, 2 de abril de 2016

Carrera de la Fe, by ritch


Más allá del triunfo y la derrota, está la Fe...
Qué cierta es esta frase! Pues hay pruebas que te exigen más de lo que tu cuerpo puede darte, y los que participamos en la Carrera de la Fe 2016 lo sabemos muy bien.
La preparación física es muy importante, pero creo que nunca será suficiente. Con puro entrenamiento físico nunca estaremos listos para estas pruebas extremas. Necesitas adicionalmente una fuerte preparación mental y psicológica para soportar tus puntos de quiebre, los cuales en mi caso fueron varios: el primero de ellos al ver un interminable puente en la ida hacia mi punto de partida, pensando que tal gigante me tocará escalarlo en mi último km cuando más débil física y mentalmente debo llegar; el segundo de ellos, al ver caer acalambrado a un competidor en medio de una oscura carretera; el tercero, cuando me di cuenta que mi hora de partida será más tarde de lo planeado; el cuarto, al ver a un compañero de mi equipo acalambrarse a 100mts de llegar a primera meta; el quinto, ya conmigo en la calle corriendo al haberse quedado tirada la camioneta que me apoyaba con la hidratación; y el sexto, al llegar al dichoso puente, hecho literalmente mierda física y mentalmente...
Pero siempre hubo algún comentario, alguna frase o algún pensamiento que me recordaba lo que siempre me repito a mi mismo: "inguesu madre". El puente está muy largo... inguesu madre, las fotos del amanecer saldrán chingonas. Se cayó un competidor... inguesu madre, si no puedo seguir pues paro, descanso y continuo. Voy a empezar más tarde... inguesu madre, mi récord a romper sigue estando a mi alcance. Mi compañero más preparado se acalambra... inguesu madre, nada que un poco de ayuda y fuerza de voluntad para acabar el tramo. Se quedó tirada la camioneta... inguesu madre, habrán varios autos que seguramente nos ofrecerán agua o algo, y además, ya casi llegamos a un tramito de sombra. Llegamos al puente, con calambres en todos mis dedos de los pies, en mi talón, en mis pantorrillas, en mis muslos, insolado y obviamente sin el amanecer a mi espalda pues ya eran las 8am aprox... inguesu madre, te propusiste un objetivo y además cuentas con el apoyo de todo tu equipo, aunque sea gateando pero lo subes pelaná!...
A las 6pm del jueves salieron los primeros competidores, entre ellos varios conocidos y mi compañero de equipo. Nosotros estábamos aún dilucidando en qué vehículo nos apoyaríamos entre todos. Resuelto el dilema, ahora nos tocaba encontrar a mi coequipero, a quien una vez encontrado tratamos de no perderlo de vista (salvo en dos ocasiones pues también apoyábamos a otros corredores). En el trayecto, el se veía agotado, como si una losa gigante estuviera atada a su cuerpo y la estuviera arrastrando, pero su fortaleza mental y el apoyo de sus familiares lo sacaron adelante y con todo y calambre terminó su parte y ahora le tocaba recuperarse. En el camino, mis otras dos compañeras se empezaban a estresar, pues el mejor de todos nosotros estaba sufriendo, y yo más que ayudarlas a calmarse egoístamente bloqueaba mi mente, no quería empezar a preocuparme. Después empezó nuestro segundo relevo, una gran mujer que contó con el apoyo de dos amigos quienes la siguieron todo el tiempo, aunque yo creo que la música fue su mejor aliada, pues cantaba mientras corría, lo que la hizo pasar un agradable rato en su carrera. Llegó a su meta con una sonrisa de satisfacción. Y ahí salió el tercer relevo, otra muy fuerte mujer que tuvo a dos amigas a su lado para acompañarla. Ella llevó su propio ritmo, muy tranquila sin que se sintiera presionada y aún así hizo un excelente tiempo (lo cual le agradezco). Al llegar a su meta, igual con cara de satisfacción, llegó el momento para mi de echar mi última orinada, estirar los músculos lo mejor posible y emprender el viaje hacia la meta final.
Mis primeros kms los sentí muy rápidos, por lo que decidí que era mejor llevar un paso tranquilo para aguantar todo el trayecto, pero sin ir muy lento para correr con la luz de la luna la mayor cantidad de kms posibles. En algún momento, y aún con la luna alumbrando mi camino, me obligaron a cargar con dos bolsas de agua pues tenían que ir a apoyar a otro corredor. Odio correr cargando con cosas, pero que bueno que me dieron esas bolsas. Estuve solo, con mi música y la luna de acompañantes cerca de 3kms y en un tramo en el cual el mangle invade la carretera tuve que estar muy al pendiente de los autos que venían a mi costado, hasta que un buen amigo, quien sabía que yo estaría participando en ese relevo, me alcanzó y después de una pequeña charla colocó su auto detrás mío para cuidarme y con eso me sentí ya mucho más tranquilo. Me detuve un momento a orinar pues tenía muchas ganas, sin embargo no salieron mas que 3 gotas, por lo que decidí empezar a hacer uso de las dos bolsas de agua que me habían dejado. Deposité una en el auto de mi cuate y la otra la iba administrando. Al pasar mi km 10, vi mi reloj (cosa que nunca hago) y me di cuenta de que llevaba un tiempo normal de los míos, pero el sol ya había terminado de salir y empezaba a sentir cómo quemaba mi espalda, por lo que fui necesitando más agua. Me acabé la primera bolsa, avancé unos pasos y abrí la segunda. Esta segunda bolsa ya no estaba fría, pero no me quedaba de otra; la camioneta de apoyo no estaba y no habían más corredores por ahí. Le di un trago fuerte, avancé según yo uno o dos kms más y apareció la camioneta, me comentaron que tuvieron problemas técnicos y no podían parar, así que nuestro primer relevo muy amablemente se bajó de la camioneta con otras dos bolsitas de agua y empezó a correr junto conmigo (sin zapatos btw). No avanzamos ni 100 metros y las piernas me empezaron a pesar, por lo que decidí empezar a caminar. Mi compañero me pedía aligerar el paso, y yo lo intentaba con toda mi fuerza pero no podía. Empecé a seguirle su ritmo, si el corría yo empezaba a correr. Y el siguió el mío, si yo paraba él igual lo hacía. Supongo que fueron unos mini relevos entre nosotros. En eso un auto pasó junto a nosotros y nos ofreció hidratación, me invitó a agua y a cocacola. Al llegar al tramito de sombra, empecé a sentir los primeros calambres en mis dedos, mi compañero me estiro los pies y continuamos. Le encargué a mi cuate que me comprara agua y coca; mientras nos la alcanzaba una mujer nos ofreció gatorade y con gusto dijimos que si. En un rato mi amigo nos alcanzó con el agua y coca solicitada y seguimos nuestro camino. Nos pasamos a la sombra, caminamos y corriamos. Como siempre al caminar me aligeró el paso, me pidió bracear como si estuviera en la escolta de la escuela; le menté la madre y volvimos a correr. En eso en otra camioneta, mi equipo nos había alcanzado, y ahora sí, a tomar agua en cada momento que podía. El sol ya estaba arriba de nosotros, y mis otras dos compañeras decidieron bajarse a correr con nosotros. Ellas menos me dejaron caminar, en cada paso había un "tu puedes ritch", "ya estás del otro lado", "ya sólo te falta 1km"... igual y un par de veces les menté la madre. Estábamos por llegar al puente y mi compañero se me acercó y me entregó la foto de mi abuelo, me dijo unas palabras de aliento y los calambres mágicamente desaparecieron y se transformaron en lágrimas. Empezamos a subir la cuesta y las lágrimas fueron más intensas, caminé a medio puente y después seguimos corriendo. Lo único que quería era llegar a la cima, los calambres regresaron y trataba de no pensar en ellos. Se me vinieron a la mente todos los momentos de esas 14 horas que teníamos en esta travesía y me decía a mi mismo: inguesu madre! Ya falta lo menos. Y sin darme en cuenta, ya estaba en automático bajando el puente, y ahí me di cuenta que ya había pasado lo peor. Seguimos caminando/corriendo todos juntos. Abrieron un cerveza para celebrar que la meta estaba muy cerca, me pidieron acelerar un poco, yo lo intentaba pero ya no podía con mi alma. Y de pronto vimos la meta y mis compañeros se colocaron detrás de mi. A lo lejos vi a mi cuate que me estaba esperando. A dos pasos de la meta y con lágrimas en los ojos, sentí calambres en todo mi cuerpo y alcé la mano para decirle a mi abuelo que lo habíamos logrado!...
Mi fe en conseguir llegar a la meta fue más grande que cualquier dolor; pero sin duda este logro fue gracias a muchas personas...
Gracias a Pawi Vargas quien prácticamente me obligó a entrenar para esta dura carrera. Gracias a Vitro Cinta por cuidar mi andar durante la mayor parte de mi trayecto. Gracias a PsicGabriela García Magaña y aPerlita Macias por todos sus ánimos durante la carrera. Gracias a David Ponce por correr conmigo sin zapatos únicamente para que no me sintiera solo en mi andar. Gracias Perlita, Gaby y David por invitarme a su equipo y por correr conmigo ese último km (que fueron como 3) a pesar de haber corrido antes sus largos y pesados trayectos. Gracias a todas las personas que me ofrecieron agua, coca, suero o lo que sea para hidratarme. Gracias a todas las personas que con sus claxons me daban ánimos. Y gracias a Papi por estar conmigo en cada paso siendo mi ángel guardián.
Gracias totales...
Ricardo Cueva...  corredor.

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